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Lisboa. Nunca la habíamos conocido así. ¡Qué distintos son los lugares cuando un local te enseña rincones que tú sola nunca hubieses descubierto! Pero vayamos cronológicamente…
Llegamos tan ansiosas a Lisboa que no paramos ni a descansar. Lo primero, salir a respirar la ciudad. Mezclarnos con los lisboetas (y no lisboetas) que callejeaban por el centro. Pero la calzada portuguesa cuesta, y para cuando nos quisimos dar cuenta era hora de volver corriendo al hotel y (aunque cansadísimas) acicalarse debidamente y salir a cenar, a reencontrarnos con las contrapartes del proyecto que tuvimos la oportunidad de conocer en Cracovia y con aquellos que por tal o cual razón era la primera vez que veíamos.
Pero después de la cena recogerse y a la cama, ¡pues se preveían un par de duros días por delante!
El martes a la mañana fuimos directamente al Museo de las Comunicaciones. Allí nos reuniríamos con representantes de distintas iniciativas que tienen como objetivo común la dinamización de los espacios públicos que incluya siempre a la población local como principales protagonistas. Un workshop para ver cuál sería el futuro cercano del proyecto y después del trabajo… ¡a comer! ¡cómo no! ¡Porque otra cosa no, pero los portugueses comer, comen de maravilla!
La misma tarde visitamos el barrio de Madragoa. Una maravilla desconocida para la mayor parte de los visitantes que recibe la ciudad. En Madragoa se fueron sucediendo una tras otra las sorpresas de aquel día. En la universidad nos recibió la tuna cantando; más tarde a la señora lotera que gritaba por la calle le pareció una genial idea venirse con nosotros a hacer el resto de las visitas; en el lavadero del barrio el coro sénior nos deleitó con canciones típicas portuguesas, volvimos a reponer fuerzas con la merecida merienda, y casi sin fuerzas volvimos al hotel a reponer fuerzas para volver a salir a cenar.
La cena fue en un espectacular restaurante llamado “Senhor do Vinho” donde afortunadamente fuimos invitados por el alcalde de Lisboa y donde pudimos disfrutar de unas impresionantes cantantes de fado que estuvieron toda la velada cantando para todos los comensales. ¡Un lujo!
Después de la cena, vuelta al hotel a descansar que todavía nos quedaba otro día duro de visitas y experiencias portuguesas.
Por la mañana visitamos el ayuntamiento de Lisboa, un edificio impresionante por dentro y por fuera donde nos recibió un representante del ayuntamiento con el que pudimos charlar durante un rato y agradecerles la magnífica bienvenida que nos habían hecho en la ciudad de la luz.
Tras el ayuntamiento nos dirigimos caminando al museo del agua, el cual andábamos muy intrigados ya que Carlos (uno de los participantes de nuestro proyecto de Lisboa) bromeaba con la vestimenta que deberíamos llevar.
Paseando, llegamos al parque de Amoreiras donde nos paramos a contemplar las impresionantes vistas de Lisboa y bajando unas escaleritas llegamos al museo de agua, como lo llaman allí “Mae d´Água” (Madre de agua), un impresionante acueducto del siglo XVIII de 19 km de longitud que discurre por debajo de Lisboa. Recorrimos una pequeña parte del acueducto donde pudimos ver el gran trabajo que han hecho de mantenimiento y cuidado de la zona subterránea poco conocida aún por los lisboetas pero que merece mucho la pena visitar.
Al salir de las profundidades fuimos paseando hasta el restaurante donde de nuevo nos iban a ofrecer diferentes tipos de manjares portugueses y tras otro paseo y unas cuantas paraditas para comprar algún “souvenir” acabamos en una de las calle a pocos metros de la desembocadura del rio Tajo, en la Rua dos Correeiros, donde nos volvieron a sorprender.
Entramos en lo que por el exterior parecía uno de los muchos bancos que existen en Lisboa “Millenium BCP” donde se ha creado una fundación ya que en los cimientos de dicho banco se descubrieron restos de arqueológicos y terminamos con la calurosa despedida de Carlos que nos invitó a degustar los deliciosos pasteles de Belén que indudablemente hay que probar si estás en Lisboa.
Y aquí… ¡acabó nuestra aventura! De nuevo, queremos agradecer a todas las personas que hacen esto posible y en especial a Leire y a Jaione que son las impulsoras de este proyecto y que esperemos que Citizens II continúe por lo menos con la misma filosofía y las mismas ganas de buscar ideas para mejorar nuestros espacios públicos.
¡¡¡ Muchas gracias por todo!!!
Natalia y Sandra
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